Los orígenes de la Guerra de la Triple Alianza, ¿Una guerra estríctamente regional o una impulsada desde el extranjero?
Introducción
La llamada Guerra de la Triple Alianza, sin duda, constituye uno de los conflictos más
grandes en términos numéricos dentro del espacio latinoamericano,
y también, quizá, el más catastrófico en cuanto a sus consecuencias
demográficas. La guerra, que tuvo lugar entre los años 1864 y 1870 –sobre todo
en territorio paraguayo–, ha sido catalogada también por la historiografía como
la “Guerra del Paraguay” o la “Guerra del 70”. En ella se enfrentaron
cuatro países: Brasil, Argentina y Uruguay, conformando la Triple Alianza,
contra Paraguay, el país más perjudicado del enfrentamiento y que acabaría
perdiendo la guerra de forma desastrosa y catastrófica.
A más de 152 años del inicio de las hostilidades, la guerra de la Triple Alianza sigue constituyendo una de las mayores y más desiguales contiendas bélicas desarrollada en América. En efecto, si nos remitimos a las fuentes –a propósito del número de hombres que murieron–, se le puede considerar la tercera con más mortandad de la historia americana, tristemente sólo superada por la Guerra de Secesión en los Estados Unidos, que enfrentó a los Estados confederados del Sur contra los Estados de la Unión en el norte (1861-1865) y, por otra parte, la Revolución Mexicana (1910-1920).
A más de 152 años del inicio de las hostilidades, la guerra de la Triple Alianza sigue constituyendo una de las mayores y más desiguales contiendas bélicas desarrollada en América. En efecto, si nos remitimos a las fuentes –a propósito del número de hombres que murieron–, se le puede considerar la tercera con más mortandad de la historia americana, tristemente sólo superada por la Guerra de Secesión en los Estados Unidos, que enfrentó a los Estados confederados del Sur contra los Estados de la Unión en el norte (1861-1865) y, por otra parte, la Revolución Mexicana (1910-1920).
Una de
las cualidades que más representan los conflictos acontecidos en el continente, y específicamente en la zona del Río de la Plata en el siglo
XIX, fue la interpenetración de los intereses nacionales políticos-militares
que interactuaban y fluían en cada uno de estos países, lo que a la postre
decantó en complejos y mutables sistemas de alianza más allá de los límites
territoriales. Hacia el año 1862, se habían constituido dos bloques principales
de alianzas: por un lado, el Imperio del Brasil, el gobierno del presidente
Bartolomé Mitre de Argentina y los colorados uruguayos liderados por Venancio Flores; por
el otro lado, Paraguay, los blancos de Uruguay liderados por Bernardo Berro y
las provincias de Entre Ríos y Corrientes, unidos por la oposición a la
política hegemónica de Buenos Aires y del Imperio del Brasil.
Sin
embargo, la brecha de desconocimiento que existe respecto a este importante conflicto bélico
es gigante entre los habitantes de los mismos países involucrados, y sobre todo en
lo que tiene que ver con la génesis del mismo. Esta situación es interesante y a la vez preocupante pues, la guerra fue una situación que marcó un antes y un después en la historia paraguaya. La guerra en sí se tradujo en
profundos cambios de orden geopolítico, económico y social en la región. Para
el Paraguay, que soportó seis largos años de guerra (de 1864 a 1870), se
sumarían otros años más de ocupación militar (1869-1878), totalizando catorce
años que marcarían a fuego y sangre varias generaciones, hombres y mujeres que tendrían la misión
de volver a levantar el país desde los mismos escombros. Es por ello que el tema de la
Guerra de la Triple Alianza afecta al Paraguay como a ningún otro, y es quizá
también este el motivo que, a lo largo de la historia paraguaya de postguerra, y hasta nuestros días, la conmemoración de los hechos, su estudio y análisis
resultan tan cercanos como interesantes.
Por ello, el fin del siguiente artículo no es destacar a las grandes personalidades de la guerra y sus hechos de armas, sino destacar los orígenes que hicieron posible que los países anteriormente nombrados se enfrascaran en una guerra de tales magnitudes, y las consecuencias que esta tuvo para la nación paraguaya.
Raíces del Conflicto
La
Guerra que involucró a Paraguay contra los países aliados de Brasil, Argentina
y Uruguay tuvo claras y evidentes causas estructurales de tipo regional:
1. La cuestión de la navegación del Paraná.
2. Los problemas limítrofes no solucionados tras la Independencia.
El Matto
Grosso es una región occidental, la más occidental que tiene Brasil, pero que
en la época en cuestión no contaba ni con caminos, carreteras ni menos vías
férreas. La única vía de comunicación expedita que comunicaba al Estado Central
con su lejana región era el río Paraná, sin embargo, Brasil necesitaba libre
tránsito para acceder a la parte del río que le dirigía al Matto Grosso –de
hecho, la guerra se inicia cuando Francisco Solano López captura en barco
brasileño que navegaba por el río Paraguay, principal afluente del río Paraná,
y que nace en Brasil para desembocar finalmente en el Atlántico a través del
Paraná–. Estos problemas por la navegación del río ya habían estado en la
palestra en los tiempos de Carlos Antonio López, padre de Francisco Solano López.
Ahora
bien, la cuestión de los límites era un tema que –conviene recalcar– involucraba
a los cuatro países, sin importar la alianza que hubo posteriormente en la
guerra. En efecto, Argentina reclamaba por su parte la región de Misiones (en el extremo
noreste de la actual República de Argentina), centro de las antiguas misiones
jesuitas, que colindaba el Sureste de Paraguay a lo largo del Paraná. Asimismo,
Argentina también reclamaba el Chaco Central, región ubicada entre los ríos
Bermejo y Pilcomayo. Por su parte, el Imperio de Brasil demandaba para su jurisdicción el norte y el noroeste de Paraguay, hasta el río Apa.
|
Francisco
Solano López, segundo presidente constitucional de Paraguay entre los años 1862
y 1870, pensaba por su parte que si vencía en La Guerra de la Triple Alianza,
tendría la potestad y el poder de dictar los lineamientos políticos de la
región. Algunos consideran a Solano como el gran protagonista y detonante de la
guerra. Siguiendo las líneas directrices de su padre, Carlos Solano López,
procuró el desarrollo económico de Paraguay. En efecto, no descuidó la
educación y la cultura, estableciendo becas estatales para la formación de
técnicos y científicos; facilitó la importación de maquinaria agrícola,
industrial y elementos de navegación.; particularmente puso gran interés en el
desarrollo militar, sin embargo, basaba su poderío más en los hombres que en
las armas.
Para la historiografía paraguaya, la guerra fue consecuencia de los intereses de Brasil por romper el equilibrio en los países del Plata. Brasil –un país ya desde entonces inmenso, con más de 9 millones de habitantes (recordemos que Paraguay sólo tenía unos 500.000 habitantes)– era el más grande enemigo del equilibrio platense. Por otra parte, también se maneja que Paraguay luchó una guerra de supervivencia. Sin ir más lejos, Brasil tuvo discusiones con todos los países de Sudamérica, excepto Chile. Por equilibrio político los paraguayos aspiraban a algo más que un simple equilibrio de poder, querían que reinara la autodeterminación, se negaban al intervencionismo. Solano tenía una obsesión con el concepto de “equilibrio”, no por nada le llamaban “el equilibrista”. Para Solano también representaba un problema y un peligro la intervención de Brasil en los problemas internos de los países del Río de la Plata; lo que explica su reacción durante la revolución colorada del Uruguay. Otra razón podría ser el interés de Buenos Aires de seguir constituyéndose en el único puerto privilegiado de entrada en el Río de la Plata y de contacto con las naciones europeas.
Sin
embargo, la historiografía brasileña tiene unos planteamientos respecto a las
causas del conflicto que difieren de los planteamientos paraguayos. En efecto,
el motivo de la guerra –sostienen– tuvo que ver con el interés de Paraguay de
anexar la República de Uruguay y las provincias argentinas de Entre Ríos y
Corrientes, esto, con el fin de constituirse en un país atlántico (como en los tiempos de la gobernación del Paraguay), con la
ciudad de Montevideo como capital de la ampliada nación.
Se sostienen también causas internacionales que tuvieron que ver con el origen de la disputa, pese a que el conflicto fue contemporánea a
otras guerras –Guerra de Crimea, Franco-Prusiana, la intervención francesa
en México, el fin de la Guerra Civil en EEUU– que le restaron interés
internacional. Pese a lo anterior, algunas potencias tenían grandes intereses
en la zona, sobre todo Inglaterra. EEUU proveía a Inglaterra la mayor parte de
las materias primas (algodón para la industria textil de Manchester) y vio el
peligro de contar con sólo un proveedor. Por ello, los ingleses comenzaron a
tantear terreno en el cono sur del continente; allí encuentran con que Solano
estaba en contra de la consolidación de la hegemonía extranjera. Los gobiernos
europeos, excepto Francia, favorecían a la Triple Alianza.
Esta tesis del "cuarto aliado" ha sido popularizada por tesis revisionistas del país trasandino, arguyendo que a Inglaterra le interesaba la destrucción de Paraguay por temor a que complicase de alguna manera su comercio preponderante en la región; la tesis también tuvo un éxito generalizado en Paraguay, Uruguay y Brasil hacia la década de 1870. Esta causa común podría explicarse por el continuo y progresivo mejoramiento de las relaciones bilaterales entre los Estados otrora de la Triple Alianza y Paraguay, por lo que "acusarse" los unos a los otros por los intereses egoístas de antaño que desencadenaron la guerra, se vería muy mal a los ojos de sus ciudadanos, la política, y los demás Estados, y más considerando que en los últimos años, presidentes como Cristina Fernández y José Mujica, han demostrado claras señales de arrepentimiento por los hechos de antaño. Mujica afirmó en 2014 que los uruguayos "participamos de alcahuetes en una guerra inútil". De esta forma, allí tenemos a Inglaterra, el país que históricamente ha tenido influencia a través de sus intereses comerciales en América Latina y el cual puede utilizar la historiografía como "palo blanco", y así culpar de los agravios de antaño a un país que poco tuvo que ver con la guerra.
Esta tesis del "cuarto aliado" ha sido popularizada por tesis revisionistas del país trasandino, arguyendo que a Inglaterra le interesaba la destrucción de Paraguay por temor a que complicase de alguna manera su comercio preponderante en la región; la tesis también tuvo un éxito generalizado en Paraguay, Uruguay y Brasil hacia la década de 1870. Esta causa común podría explicarse por el continuo y progresivo mejoramiento de las relaciones bilaterales entre los Estados otrora de la Triple Alianza y Paraguay, por lo que "acusarse" los unos a los otros por los intereses egoístas de antaño que desencadenaron la guerra, se vería muy mal a los ojos de sus ciudadanos, la política, y los demás Estados, y más considerando que en los últimos años, presidentes como Cristina Fernández y José Mujica, han demostrado claras señales de arrepentimiento por los hechos de antaño. Mujica afirmó en 2014 que los uruguayos "participamos de alcahuetes en una guerra inútil". De esta forma, allí tenemos a Inglaterra, el país que históricamente ha tenido influencia a través de sus intereses comerciales en América Latina y el cual puede utilizar la historiografía como "palo blanco", y así culpar de los agravios de antaño a un país que poco tuvo que ver con la guerra.
Al respecto, y como plantea Eduardo Nakayama, involucrar a una
potencia extranjera era la forma fácil de deslindar de las responsabilidades de
un conflicto que tuvo, en cuanto a su gestación y eclosión, causas estrictamente
regionales. El mito del proteccionismo paraguayo frente al “voraz imperialismo
británico” pierde fuerza simplemente al leer el Tratado de 1853 firmado entre
Don Carlos Antonio López y Sir Charles Hotham por la cual la Corona Británica
reconocía la independencia nacional y se otorgaban recíprocamente grandes
facilidades a los súbditos de ambos países. En efecto, el intercambio comercial
entre ambos países que tuvo lugar entre los años 1854 y 1864 fue muy fuerte,
incluyendo también la contratación de cientos de técnicos y profesionales
ingleses que colaborarían en el desarrollo del país e incluso en la misma
guerra.
Luego del inicio de las hostilidades entre el Brasil y
el Uruguay, y entre el Paraguay y el Brasil en 1864, sería en el año 1865 en que Paraguay declararía la guerra a la Argentina, ocupando Corrientes en
abril de ese año; el 1 de mayo de 1865 se firmaría el Tratado Secreto de
la Triple Alianza. La guerra estaba desatada y consumiría a los paraguayos por prolongados años.
Consecuencias
Después de cinco años de matanzas, la guerra llegó prácticamente a su fin. Fue en el año nuevo de 1869 cuando las tropas aliadas entraron en la atolondrada y confundida capital paraguaya; Asunción fue víctima del saqueo, la rapiña y las violaciones por parte de las tropas de la Triple Alianza. Por su parte, el general Francisco Solano López prosiguió una efímera resistencia desde la selva en el norte, aunque, finalmente –y defendido incluso por niños soldado–, el general paraguayo es acorralado y asesinado en Cerro Corá, el día 1 de marzo del año 1870.
Las ambiciones territoriales de los países en pugna determinaron el desastre de aquella guerra. Las consecuencias del conflicto fueron nefastas en cuanto a lo demográfico, político, social y económico. Se debe considerar que allí perdieron la vida el 75% de la población paraguaya (ya sea por la misma guerra o por enfermedad), que gran parte de las riquezas privadas y del Estado desaparecieron, y que grandes extensiones territoriales fueron anexadas por Argentina y Brasil. Entre los 221.000 paraguayos supervivientes de la guerra, sólo 28.000 de ellos eran hombres, y la mayoría, o muy viejos o muy jóvenes; el país estaba en ruinas: granjas, haciendas, edificios, propiedades, vías férreas, telégrafos, astilleros; todo destruido o a medio destruir, todo saqueado o quemado por los aliados o por el mismo Solano López.
Hacia 1876, cuatro años ya de terminada la guerra, los aliados continuaban ocupando Paraguay, sin embargo, los costos de la ocupación resultaban muy altos, por lo que el repliegue era inminente, así como la solución definitiva para alcanzar una paz conveniente para los aliados. Como afirma Paul Lewis
Consecuencias
Después de cinco años de matanzas, la guerra llegó prácticamente a su fin. Fue en el año nuevo de 1869 cuando las tropas aliadas entraron en la atolondrada y confundida capital paraguaya; Asunción fue víctima del saqueo, la rapiña y las violaciones por parte de las tropas de la Triple Alianza. Por su parte, el general Francisco Solano López prosiguió una efímera resistencia desde la selva en el norte, aunque, finalmente –y defendido incluso por niños soldado–, el general paraguayo es acorralado y asesinado en Cerro Corá, el día 1 de marzo del año 1870.
En las fotos: 1) Llegada ejército aliado a fortaleza de Itapiru; 2) Campamento aliado; 3) Batalla de Tuyutí; 4) Batalla de Curupaytí; 5) Después de la batalla de Curupaytí. |
Las ambiciones territoriales de los países en pugna determinaron el desastre de aquella guerra. Las consecuencias del conflicto fueron nefastas en cuanto a lo demográfico, político, social y económico. Se debe considerar que allí perdieron la vida el 75% de la población paraguaya (ya sea por la misma guerra o por enfermedad), que gran parte de las riquezas privadas y del Estado desaparecieron, y que grandes extensiones territoriales fueron anexadas por Argentina y Brasil. Entre los 221.000 paraguayos supervivientes de la guerra, sólo 28.000 de ellos eran hombres, y la mayoría, o muy viejos o muy jóvenes; el país estaba en ruinas: granjas, haciendas, edificios, propiedades, vías férreas, telégrafos, astilleros; todo destruido o a medio destruir, todo saqueado o quemado por los aliados o por el mismo Solano López.
Hacia 1876, cuatro años ya de terminada la guerra, los aliados continuaban ocupando Paraguay, sin embargo, los costos de la ocupación resultaban muy altos, por lo que el repliegue era inminente, así como la solución definitiva para alcanzar una paz conveniente para los aliados. Como afirma Paul Lewis
"Como precio de la firma de un tratado de paz, los argentinos habían pedido grandes concesiones territoriales por parte de Paraguay, las cuales, si eran aceptadas, les hubiesen proporcionado la mayor parte de la región situada al oeste del río Paraguay y conocida por el nombre del Chaco. Ahora, sin embargo, accedieron a que se sometiera el asunto a un arbitraje internacional, y cuando éste falló finalmente a favor de Paraguay, aceptaron el fallo y se retiraron. Los brasileños, que ya habían negociado un tratado por el cual Paraguay renunciaba a sus pretensiones a ciertos territorios del norte y del este, no vieron ningún otro motivo para quedarse. También ellos retiraron sus tropas de Paraguay".
Fronteras de Paraguay después de la guerra. |
El
pueblo, dependiendo solo de sus fuerzas y su ímpetu, tuvo que reconstruir el país,
soportando no sólo la imposición de la ocupación de los invasores, algunos de los cuales no dudaron en ceder a la rapiña, la invasión o la violación, sino también las continuas revueltas internas por dar al país nuevamente un ordenamiento político-institucional, el surgimiento de nuevos caudillos y bandoleros. Especial mención debemos realizar a las mujeres paraguayas, principales reconstructoras de la nación, las cuales, en ausencia de sus esposos, sus hijos, sus padres y sus hermanos, labraron la tierra, ejercieron el comercio, la pequeña industria y se
encargaron de la procreación para compensar la pérdida demográfica sufrida. Finalmente, el golpe de Estado del general Caballero (1880) dio inicio a una época de estabilidad política que duró cerca de cuarenta años, aunque siempre respaldado por el ejército.
Fuentes
-Buarque
de Holanda, S. (1977). História geral da civilização brasileira. Vol. 2.
Brasil: Difusão Européia do Livro.G
-Lewis, P. (1991). Paraguay, de la guerra de la Triple Alianza a la Guerra del Chaco, 1870-1932. En L. Bethell, Historia de América Latina (págs. 135-153). Barcelona: Editorial Crítica.
-Nakayama,
E. (2015). La Guerra de la Triple Alianza: la discusión historiográfica y
política sobre su inicio. Asunción: Editorial Academia.
-Ruigomez
Gómez, C, (1988). La Guerra de la Triple Alianza: un conflicto regional.
Universidad Complutense.
Comentarios
Publicar un comentario