La Revolución Militar Prusiana
Dado el impacto que generó la
Revolución Industrial en el Arte de la Guerra, surgieron problemas
operacionales sin precedentes: ¿Que arma sería la más importante en las
batallas, la infantería, la caballería o la artillería?; ¿Cuál sería el impacto
del ferrocarril, del telégrafo, del Alto Mando en campaña, la moral, la
táctica, el sistema de suministros? Ninguna potencia tendría más éxito en
responder a estas interrogantes como Prusia.
La Revolución Militar Prusiana de la
década de 1860 interconectaba un conjunto de elementos: un sistema de servicio
corto que consistía en tres años de servicio militar obligatorio y cuatro más
en la reserva antes de que pasase a la Landwehr; este sistema le daba a Prusia
un ejército de línea muchísimo más numeroso, respecto a su población, que el de
cualquier otra potencia. A la vez, el sistema de instrucción de cada soldado
prusiano iba de la mano de un sistema educativo de alto nivel y de una
eficiente organización gubernamental para vestir, armar, alimentar, transportar
y entrenar a estos hombres.
El organismo encargado de dirigir
este renovado Ejército era el Estado Mayor General, al mando de Helmuth von
Moltke, quien se encargó de reclutar a los más brillantes oficiales de la
Academia de Guerra con el fin de instruirlos en el trazado de planes ante
posibles conflictos futuros, a diferencia de las demás potencias que
reaccionaban a los eventos bélicos de forma coyuntural. En efecto, Moltke
concibió que los planes debían revisarse constantemente, materializarlos a
través de juegos de guerra y maniobras bien estudiadas. Le otorgó también
muchísima importancia al movimiento y la comunicación, sirviéndose de los
avances en el ferrocarril y el telégrafo, creando, en efecto, un departamento
específico que se encargara de supervisar el sistema ferroviario y de
suministros. El sistema también inculcó en los oficiales la autoridad de
dirigir grandes cantidades de hombres capaces de moverse de forma independiente
y de converger durante la batalla en el momento oportuno (esto tenía el fin de
descentralizar el poder durante los momentos en que la batalla se tornara
confusa); si el oficial no podía contactarse con el Alto Mando podía tomar la
iniciativa. En efecto, el énfasis puesto por Moltke en el despliegue de varios
ejércitos que pudiesen operar con independencia, pero que también pudieran
ayudarse entre sí, significó que, aunque una de las fuerzas sufriera un grave
revés esporádico, la campaña global no estuviera perdida.
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La gran ventaja del sistema militar prusiano no era que no tuviese errores, sino que el Estado Mayor estudiaba meticulosamente las errores del pasado y las oportunidades del futuro, reajustando de este modo la instrucción, la organización y el equipamiento de las fuerzas. Por ejemplo, cuando se evidenció la debilidad de la artillería prusiana en 1866, se incorporó por el nuevo «Krupp» de retrocarga, decisivo más tarde contra Francia. Cuando hubo problemas con la entrega de suministros por ferrocarril, se estableció una nueva organización para mejorarlos.
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Fuente:
Kennedy, P. (1994) Auge y Caída de las Grandes Potencias. Barcelona. Editorial Debolsillo
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